/ martes 5 de noviembre de 2024

Ángulo Muerto | Colectivo Tierra Sorora

Es necesario crear un pacto entre mujeres para ayudarnos mutuamente a avanzar en todos los ámbitos, pero sobretodo en la política que es desde donde se pueden lograr verdaderos cambios para mejorar la calidad de vida de otras mujeres y niñas, así como el respeto a los derechos más fundamentales de las mismas, ya que de garantizarse la inclusión el resultado sería que las mujeres pudiéramos obtener espacios en los lugares donde se toman las decisiones, lo cual es garantía de que todo sería mejor para las familias que son la base de nuestra sociedad y la prioridad nuestra.

El respeto a todas y todos, sería seguro si las mujeres están al frente, pero cómo lograrlo cuando aún hay mujeres a quienes no les llegó el memorándum de que necesitamos ser sororas entre nosotras y se siguen prestando al juego sucio ideado por el hombre, de ponernos a unas en contra de otras, como un método para mantenernos divididas y no dejarnos llegar a ocupar los lugares más importantes, logrando con eso cambiar el esquema que aún hasta la fecha se mantiene.

Según la Real Academia Española (RAE) la palabra sororidad, se define como la relación de hermandad y solidaridad entre mujeres, a fin de crear redes de apoyo que impulsen cambios sociales hacia la igualdad. Como mujeres tenemos desde la individualidad que hacer un ejercicio de análisis sobre el tema, es trascendental que unamos fuerza como un colectivo si queremos dejar de ser solo parte de acciones afirmativas o banderas de falsa inclusión.

En un mundo donde la competencia y la envidia predominan, la sororidad entre mujeres se presenta como una poderosa fuerza capaz de derribar barreras y en su lugar construir puentes de apoyo mutuo en un terreno parejo, es para mí una estrategia indispensable para que de verdad sea este el momento de las mujeres y creo que en nuestro San Luis tenemos todo para lograrlo.

México tiene a la primera presidenta, lo cual es un hecho histórico y resultado del esfuerzo de millones de mujeres que hoy satisfechas comprenden que para que haya un verdadero cambio necesitamos que desde los municipios también se logre llegar. Y es que no cabe duda que nada se arregla si no se atacan los problemas desde la raíz, en San Luis las mujeres no contamos con las garantías más básicas para sacar adelante a las familias y somos las mujeres quienes sin duda apostamos a la inversión donde más urge, los valores, la prevención, la protección, la salud y la formación para lograr una mejor estructura social, lo cual no es cosa menor, pues vivimos presas de las consecuencias de la descomposición social.

En nuestro municipio todo urge, transporte en la ciudad, valle y golfo, mejores carreteras, sin duda más seguridad, pero no es solo con llenar las calles de elementos policiales como lograremos mejorar en esa área, es apostando a crear programas de prevención del delito para que el crimen organizado no nos quite a nuestros jóvenes, quienes se conviertes en desechables en sus manos, arropando a las familias, a las mujeres, el gobierno de continuidad que tenemos desapareció programas básicos como DARE, la casa dignifícate que daba refugio a las mujeres y niños que sufren violencia y esas son áreas que una mujer jamás hubiera afectado, todo lo contrario, por eso urge que el cambio sea real y no solo parte de un eslogan del que se cuelga cualquier hombre.

La sororidad va más allá de una amistad y camaradería superficial, las mujeres tenemos gran capacidad intelectual y empatía, es por eso que debemos apostar por un compromiso genuino de estar presentes para respaldar y celebrar los logros de las demás, así como para brindar apoyo en tiempos de dificultad, pues tenemos sin duda el bien común como fin mutuo, lejos de buscar sobresalir solo en lo individual, eso no abona.

Una mujer que no tiene en la mira ser líder para trabajar de manera inclusiva y establecer un camino para sus hermanas que vienen atrás sin duda no llegará lejos, pues somos las mujeres una fuerza imparable y somos quienes más informadas y activas estamos de la vida pública y somos también quienes más votamos e influimos en nuestros diversos círculos, ahí reside nuestro valor, en los números y la fuerza.

En un contexto donde predomina la discriminación de género, la violencia machista y la desigualdad de oportunidades la sororidad se convierte en un instrumento de resistencia y verdadera transformación. Al unir fuerzas y alzar la voz colectivamente las mujeres podemos desafiar los estereotipos, reclamar los derechos y avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva.

La competencia entre las mujeres es el primer triunfo del patriarcado.