/ jueves 26 de septiembre de 2024

Amat Cucapah / Yard and Port Isabel

Asombrados viajeros vieron una cuartería formando una calle, circundándola bordo de lodo; sobresalía un pequeño tanque como imaginación; atracando el barco aparecía como hormiguero, trabajadores entrando en un ajetreo agotador.

Este aislado caserío, junto a dos barcos con altas chimineas descansaban sobre interminable lodazal, pisándole piaras de cerdos alimentándose apurados con mariscos olvidados por la marea y como temporada: otoño-invierno, volaban parvadas de gansos, pescando en charcos del entorno, aquí era Puerto Isabel; eran dos sitios: talleres -distantes 10 kilómetros uno del otro- y el puerto, aunque este estaba en playa del Mar de Cortés.

La población fija eran ‘’como cien’’ habitantes, más centenares de trabajadores eventualmente contratados para reparar buques; como ayuda en talleres funcionó un “carenero”, con una fosa como sistema ascensor, con presión-fuerza natural de las mareas; habiendo barco por reparar, esperaban subida de marea, levantando el buque conduciéndole los trabajadores hasta fosa, le apuntalaban estacas, quedando el barco suspendido entre el fondo y tarima del barco, suficiente espacio para trabajar por debajo. Esta fue la experiencia de David Charles Robinson, capitán del puerto, quien llegó en 1850, como carpintero ensamblador al desemboque del Colorado, navegó la pequeña goleta ‘Invincible’; transportaba diez mil raciones destinadas al abastecimiento del recién fundado Fuerte Yuma, desde entonces Robinson permaneció ahí.

Puerto Isabel Talleres asentado al bordo izquierdo de un canal, casi seis kilómetros del paredón sonorense y 11 kilómetros al norte de la playa, quedó en pequeño poblado dentro de siete hectáreas protegido de mareas por bordo perimetral que Colorado Steam Navigation Company diqueó sus construcciones de madera habitadas por residentes y sus representantes en oficinas; los dos barcos barados eran alojamiento de trabajadores indígenas contratados.

Mensualmente un vapor llegaba de San Francisco; el Newbern fue primera adquisición comparada por la compaña en 1871; viajaban pasajeros de primera categoría, había servicio fleteando cargas. Fue éxito financiero el Newbern, redituable negocio en transporte a Puerto Isabel; luego la compañía compró el buque Montana, barco lleno de fracasos y tragedias, finalmente terminó incendiándose frente a Guaymas-; Los dueños ni se inmutaron, antes bien la Compañía adquirió su tercer buque y el Indaho, sosteniendo traslado seguro mensual: 1500 pasajeros con puertos intermedios como: San Pedro, San Diego, Ensenada, La Paz, Loreto, Santa Rosalía, Guaymas, Puerto Lobos, Libertad, y su destino Puerto Isabel, regresando cargado con minerales. El transporte hasta Puerto Isabel y de ahí a Yuma, fue redituable negocio hasta que surgió el ferrocarril.


Asombrados viajeros vieron una cuartería formando una calle, circundándola bordo de lodo; sobresalía un pequeño tanque como imaginación; atracando el barco aparecía como hormiguero, trabajadores entrando en un ajetreo agotador.

Este aislado caserío, junto a dos barcos con altas chimineas descansaban sobre interminable lodazal, pisándole piaras de cerdos alimentándose apurados con mariscos olvidados por la marea y como temporada: otoño-invierno, volaban parvadas de gansos, pescando en charcos del entorno, aquí era Puerto Isabel; eran dos sitios: talleres -distantes 10 kilómetros uno del otro- y el puerto, aunque este estaba en playa del Mar de Cortés.

La población fija eran ‘’como cien’’ habitantes, más centenares de trabajadores eventualmente contratados para reparar buques; como ayuda en talleres funcionó un “carenero”, con una fosa como sistema ascensor, con presión-fuerza natural de las mareas; habiendo barco por reparar, esperaban subida de marea, levantando el buque conduciéndole los trabajadores hasta fosa, le apuntalaban estacas, quedando el barco suspendido entre el fondo y tarima del barco, suficiente espacio para trabajar por debajo. Esta fue la experiencia de David Charles Robinson, capitán del puerto, quien llegó en 1850, como carpintero ensamblador al desemboque del Colorado, navegó la pequeña goleta ‘Invincible’; transportaba diez mil raciones destinadas al abastecimiento del recién fundado Fuerte Yuma, desde entonces Robinson permaneció ahí.

Puerto Isabel Talleres asentado al bordo izquierdo de un canal, casi seis kilómetros del paredón sonorense y 11 kilómetros al norte de la playa, quedó en pequeño poblado dentro de siete hectáreas protegido de mareas por bordo perimetral que Colorado Steam Navigation Company diqueó sus construcciones de madera habitadas por residentes y sus representantes en oficinas; los dos barcos barados eran alojamiento de trabajadores indígenas contratados.

Mensualmente un vapor llegaba de San Francisco; el Newbern fue primera adquisición comparada por la compaña en 1871; viajaban pasajeros de primera categoría, había servicio fleteando cargas. Fue éxito financiero el Newbern, redituable negocio en transporte a Puerto Isabel; luego la compañía compró el buque Montana, barco lleno de fracasos y tragedias, finalmente terminó incendiándose frente a Guaymas-; Los dueños ni se inmutaron, antes bien la Compañía adquirió su tercer buque y el Indaho, sosteniendo traslado seguro mensual: 1500 pasajeros con puertos intermedios como: San Pedro, San Diego, Ensenada, La Paz, Loreto, Santa Rosalía, Guaymas, Puerto Lobos, Libertad, y su destino Puerto Isabel, regresando cargado con minerales. El transporte hasta Puerto Isabel y de ahí a Yuma, fue redituable negocio hasta que surgió el ferrocarril.