/ jueves 20 de junio de 2024

Amat Cucapah | El Avispero, Pozas de Arvizu

Visitantes al delta del río Colorado -en diversas épocas- describen la nación Cucapahs, su: entorno, organización y costumbres. El primero fue Hernando de Alarcón en 1540, desde entonces algunos dejaron noticia de la étnia.

Particularmente C. G. Johnson (George Alonzo) habla de Cucapahs refiriéndose a sus: aldeas, trabajo, juegos, alimentos y costumbre. Nos dice que: cotidianamente las mujeres cuidaban sus hijos pequeños, preparaban comida para ellas y sus hombres . Ellas eran también afición a juegos de azar; es frecuente verlas jugando entre los hombres, apostando al lado de su favorito. Tienen muchos juegos: el Piac, Peón blanco, caja de monedas, vereda de lumbre, campo-traviesa, asalto silencioso, hacer seriedad, pie en hormiguero, centro de ataque, viento veloz, etc.

Todos: hombres y mujeres dedicaban horas a pintarse la piel, correspondiendo según ritual estacionario del año y según edad o muerte, variación lunar, horas para determinado día festivo. Johnson miró a los hombres como unos atletas y todos sus jóvenes llegaron al estándar de 6 pies de altura. Las mujeres tienden a ser corpulentas; las Cucapah sonorenses residían próximas a panales de avispas por la miel de las péchitas de mezquite y estaban siempre con sus niños bañándose en el río o en el mar jugando y cantando alegres. Johnson habla de una observación que resulta muy interesante para comprender actitud y fondo de su valor.

Cuando se les encuentra de frente a las mujeres con hijos, cuantas veces sean repetidas las ocasiones al día, Ellas asumen un recogimiento del cuerpo, presentando perfectamente una singular expresión en el rostro con imagen expresando toda su persona como de: perenne abatimiento, manifestando gran aflicción e intenso anhelo; expresión en la cara que cambian inmediatamente en júbilo, cuando les ofreces o les dan algo de alimento; con el obsequio se alejan agradecidamente y caminando de espalda dan las gracias repetidamente, donde apresuran su paso continuando con el rumor del agradecimiento, girando su cabeza.

Pero; a los pocos minutos, regresan mirando con una actitud mucho más intensa; como si fuera mayor su aflicción e irreparable congoja. Esto tal vez se comprende en las mujeres por ser ellas, las mamás quienes, acarreaban continuamente alimento para sus hijos; en este asunto, los varones siempre estuvieron desentendidos, porque andaban cazando, pescando, acarreando material. Johnson valoró a los nativos Cucapah, como que todo lo intentan hacer en el trabajo, dice que son los únicos que ha visto estar libres de pereza.


Visitantes al delta del río Colorado -en diversas épocas- describen la nación Cucapahs, su: entorno, organización y costumbres. El primero fue Hernando de Alarcón en 1540, desde entonces algunos dejaron noticia de la étnia.

Particularmente C. G. Johnson (George Alonzo) habla de Cucapahs refiriéndose a sus: aldeas, trabajo, juegos, alimentos y costumbre. Nos dice que: cotidianamente las mujeres cuidaban sus hijos pequeños, preparaban comida para ellas y sus hombres . Ellas eran también afición a juegos de azar; es frecuente verlas jugando entre los hombres, apostando al lado de su favorito. Tienen muchos juegos: el Piac, Peón blanco, caja de monedas, vereda de lumbre, campo-traviesa, asalto silencioso, hacer seriedad, pie en hormiguero, centro de ataque, viento veloz, etc.

Todos: hombres y mujeres dedicaban horas a pintarse la piel, correspondiendo según ritual estacionario del año y según edad o muerte, variación lunar, horas para determinado día festivo. Johnson miró a los hombres como unos atletas y todos sus jóvenes llegaron al estándar de 6 pies de altura. Las mujeres tienden a ser corpulentas; las Cucapah sonorenses residían próximas a panales de avispas por la miel de las péchitas de mezquite y estaban siempre con sus niños bañándose en el río o en el mar jugando y cantando alegres. Johnson habla de una observación que resulta muy interesante para comprender actitud y fondo de su valor.

Cuando se les encuentra de frente a las mujeres con hijos, cuantas veces sean repetidas las ocasiones al día, Ellas asumen un recogimiento del cuerpo, presentando perfectamente una singular expresión en el rostro con imagen expresando toda su persona como de: perenne abatimiento, manifestando gran aflicción e intenso anhelo; expresión en la cara que cambian inmediatamente en júbilo, cuando les ofreces o les dan algo de alimento; con el obsequio se alejan agradecidamente y caminando de espalda dan las gracias repetidamente, donde apresuran su paso continuando con el rumor del agradecimiento, girando su cabeza.

Pero; a los pocos minutos, regresan mirando con una actitud mucho más intensa; como si fuera mayor su aflicción e irreparable congoja. Esto tal vez se comprende en las mujeres por ser ellas, las mamás quienes, acarreaban continuamente alimento para sus hijos; en este asunto, los varones siempre estuvieron desentendidos, porque andaban cazando, pescando, acarreando material. Johnson valoró a los nativos Cucapah, como que todo lo intentan hacer en el trabajo, dice que son los únicos que ha visto estar libres de pereza.